Valor del
monte:
El valor del
monte es el monte mismo. En primer lugar hay que conservarlo por su propio
valor de existencia porque nada lo sustituye a lo largo de la historia el
hombre lo ha encontrado para proveerse de leña, carbón, madera para construcciones
y oportunidades de caza por lo que lo ha diezmado a lo largo de tiempo. En la
actualidad tiene que ser preservado y su tala indiscriminada está prohibida.
Sigue siendo proveedor de refugio y sombra para el ganado y muchas de las
especies naturales, el monte ofrece una gama de potenciales usos que de conocerse
y valorarse favorecerían su preservación. La fruticultura podría desarrollarse
si se usaran las especies atractivas como el guayabo del país, el butiá, la
pitanga, y el arazá. También existen posibilidades de desarrollo de la
apicultura, ya que tiene la ventaja de presentar floración temprana en varias
especies, buenas productoras de polen y néctar. El color aroma y sabor de la
miel dependen principalmente de la fuente floral de la cual proviene el néctar.
Por eso las mieles que proceden de los montes del nor-este y este del país son
llamadas mieles oscuras y se caracterizan por su contenido de antioxidantes y
propiedades antibacterianas. Desde el punto de vista de uso medicinal, existen
en el monte indígena 48 especies a las que se les asigna algún uso medicinal,
sarandí, molle, congorosa. Del monte se extraen leña y madera para postes y
otros usos, siendo importante que se lo haga de manera racional. También
podrían extraerse resinas, látex, pigmentos, esencias para la elaboración de
perfumes y aceites. El valor del monte no se agota solo por el hecho de
suministrar materias primas, es menos evidente pero de enorme importancia que
protege suelos, cuencas de ríos y arroyos, así como la diversidad biológica.
Imágen representativa que puede ayudar a que la gente tome conciencia sobre el valor del monte.
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